En Español

Esto es lo que Jesús dijo que también debíamos hacer…

Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor,
les he lavado los pies,
también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros.
Les he dado ejemplo,
para que lo que yo he hecho con ustedes,
también ustedes lo hagan (Jn 13:15)

En el Evangelio, Jesús da un mandato: «Como lo que hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.».

¿Qué hizo? Una tarea repugnante y humillante, asignada al más bajo de los esclavos. Lavó los pies sucios de los discípulos. Les dijo, y nos dice a mí y a ti: «Como lo que hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.»

Debes entregar tu vida a otro por amor, incluso si eso significa realizar la tarea más baja y humillante. Debes convertirte un lavador los pies sucios.

Esto conecta con los dos hermosos puntos focales de la Misa del Jueves Santo:

• La institución de la Eucaristía: «Este es mi cuerpo, entregado por ustedes».

• Entregarse por amor a los demás: «Como lo que hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.»

La Eucaristía y la Entrega van de la mano. Traemos nuestro sacrificio de entrega a la Misa como nuestra ofrenda. La Eucaristía nos da la gracia de regresar a un mundo y, si es necesario, lavar pies sucios.

Cuando el sacerdote recibe los dones del pan y el vino, dice: «Oren, hermanos y hermanas, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios Padre Todopoderoso». El sacrificio no es solo el pan y el vino que se llevan al altar. Estos representan TODOS los demás sacrificios que hacemos a lo largo de la semana.

Jesús nos manda lavar los pies sucios del mundo. Los pies sucios del cuerpo de Cristo. ¿Quiénes son esos «pies sucios»? Los menos entre nosotros.  Los pobres, los presos, las personas con enfermedades mentales, los drogadictos, las personas sin hogar, los inmigrantes indocumentados y aquellos que están infectados por una cultura que parece haber olvidado a Dios.

A estos y mas, Jesus nos manda convertirse unos lavadores de pies. [Un lavador de pies no da consejos. «Si te bañaras con regularidad…». Un lavador de pies no culpa a la persona. «Si compraras un buen par de zapatos…». Un lavador de pies no intenta solucionar el problema: «Deja de caminar por el lodo…». Un lavador de pies simplemente lava pies.]

En el albergue para personas sin hogar donde trabajo como voluntaria, la gente acude a mí con muchas necesidades. Muchas de las necesidades son consecuencia de malas decisiones que tomaron. Para ellas, no las sermoneo ni las regaño. Simplemente soy un lavardor de pies. Me pregunto: “Si fuera Jesús, ¿como respondería su petición?”.

Un lavador de pies ve una necesidad y responde a ella con el amor que fluye de la Eucaristía.

Un lavador de pies sigue la actitud de Jesús: “Los amó en el mundo y los amó hasta el extremo”.

El Señor pondrá algunos pies sucios en tu camino. Como Jesús lo hizo contigo, que tú también lo hagas. Que tu lavapiés añada un significado más profundo a tus palabras durante la Misa: “El Señor reciba de tus manos [mi] sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y de toda su santa Iglesia”.

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