Jesús envió a los doce a un viaje (Mc 6:7-13). Jesús también nos envía a nosotros a un viaje. Es un viaje de fe, un viaje de vida y un viaje de misión. Unámonos a los doce y aprendamos lo que Jesús tiene para enseñar.
Primero fue un viaje de fe. Este viaje comienza en Nazaret. El evangelio dice que Jesús no pudo realizar ningún actos poderosos debido a una falta de fe. Se podría decir que Jesús no puede realizar ningún acto poderoso en tu vida debido a tu falta de fe.
Para mejorar la falta de fe de los doce, Jesús los envió a un viaje de fe. La fe es una virtud. Como todas las virtudes, hay que practicarla. Jesús sabía que sus doce necesitaban practicar la fe para improver la falta de fe. Les pidió que practicaran su fe, superando sus dudas y adentrándose en una tierra de peligro e incertidumbre. Necesitaban confiar en que Dios les proporcionaría todo lo que necesitaban.
Cuando respondemos a Dios con obediencia y confianza, nuestra fe aumenta. Cuando los doce regresaron, quedaron asombrados de su capacidad para expulsar demonios y sanar a los afligidos. Con esta fe aumentada, pudieron realizar hazañas poderosas.
También fue un viaje de vida. Jesús les dijo que emprendieran este viaje con sólo tres cosas: un bastón, sandalias y un compañero. Cada uno de estos elementos puede verse simbólicamente como elementos necesarios que necesitamos para supercar las dificultades de nuestra vida.
El primera cosa fue un bastón. Un bastón apoya a la persona. Un bastón ayudaría a una persona a subir una colina o navegar por un terreno accidentado. Una persona puede apoyarse en un bastón cuando está cansada.
El bastón es Jesús. A lo largo de nuestro camino, debemos acostumbrarnos a apoyarnos en Jesús y no en nosotros mismos: en los buenos y en los malos momentos. Necesitamos dejar que Jesús nos sostenga cuando estemos demasiado cansados para seguir adelante.
Un bastón transmite autoridad. Con la bastón, los doce tenían el poder de Jesús para expulsar demonios. Junto con el bastón, también eran embajadores que representaban a Jesús en todo lo que decían e hacían.
Con el bastón de Jesús, debemos afrontar situaciones con el corazón de Jesús y modelar el mismo perdón, compasión y amor de Jesús.
Un bastón defiende a los animales salvajes y a los ladrones. Los doce necesitaban el bastón para protegerse.
En Nuestro viaje, también necesitamos un bastón para protegernos de las fuerzas hostiles que nos rodean. El bastón también nos ayudará a defendernos de las bestias salvajes que llevamos dentro: nuestros prejuicios, ira, envidia, glotonería y Orgullo.
El segunda cosa fueron las sandalias. Las sandalias proporcionan cierta separación entre la persona y barro y estiércolen los caminos.
Para ti y para mí, las sandalias significan que debemos estar separados de la barro del mundo. Ser santo significa ser apartado, o como dice San Pablo, “estar en el mundo pero no ser del mundo”. Jesús dice que si el pueblo no les recibe, “sacúdense el polvo de los pies”. Sacúdete de encima la maldad, la duplicidad y los valores fuera de lugar del mundo. No dejes que se aferren a ti.
En otras palabras, puedes ver las noticias para estar informado. Pero no dejes que el division y el dramatismo se peguen a tus sandalias.
El tercer cosa con el que Jesús envió a los doce fue un compañero, “los envió de dos en dos”. La fe no es solo entre Dios y yo. Está destinado a ser compartido con otros. La fe se fortalece cuando se comparte. La otra persona puede inspirarnos con sus historias, darnos un ejemplo a seguir, mantenernos en el camino correcto y ayudarnos a disipar dudas. En Génesis, Dios dijo, “No es bueno que el hombre esté solo.” Necesitamos un compañero en nuestro camino de fe.
A lo largo de nuestro camino de la vida, necesitamos el bastón de Jesús para protección y apoyo. Necesitamos las sandalias para mantenernos santos. Y necesitamos un socio que nos ayude a crecer en nuestra propia fe.
Por último, fue un viaje de misión. Jesús envió a los doce a una misión de curación, tanto espiritual como física. Debían expulsar a los demonios. Debían curar a los enfermos. Llevando el bastón de Jesús, debían llevar la presencia sanadora de Jesús a los rincones oscuros del mundo. Nosotros también estamos en una misión curativa. Debemos traer la presencia de Jesús para sanar un mundo quebrantado. Por nuestra fe, nuestra vida y nuestra curación, proclamaremos “El Reino de Dios está cerca”.