Las Tres P Para Ayudarte Durante La Pandemia

XX Domingo del Tiempo Ordinario

Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Mt 15:21-28

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Hay muchas similitudes entre la mujer cananea y nosotros hoy.

La hija de la mujer cananea fue atormentada por un demonio. ¿No sientes que nuestro mundo también está atormentado por un demonio? Este demonio se llama Covid-19.

No sabemos si este demonio vivirá un par de meses o un par de años. Sabemos que en los últimos cinco meses, el demonio nos ha robado muchas cosas preciosas. Lloramos mucho por todo lo que hemos perdido. Nos preocupa que haya más por venir.

Como la mujer cananea, sentimos que estamos en una tierra extranjera. En esta tierra extranjera, la gente evita acercarse a nosotros. La gente en el poder nos mantiene aislados. Las personas que nos rodean se ven extrañas con extrañas cubiertas faciales. Venimos a Jesús buscando una intervención milagrosa.

De estas similitudes, podemos aprender algunas lecciones muy importantes sobre como lidiar con este demonio que llamamos Covid.  Al final, por su puesto, Jesús sanó la hija de su aflicción.  Jesús puede sanarnos. 

La narrativa también revela tres componentes clave que provocaron esta curación.  Los llamaré las tres P para que superen esta pandemia. Ellos son paciencia, plegaría y perseverancia. Echemos un vistazo a cada uno.

Paciencia

La primera Pes la Paciencia.  En el evangelio, es muy probable que la mujer cananea no apareciera accidentalmente. Probablemente había oído hablar de los milagros que Jesús había realizado. Su primer acto de paciencia fue esperar pacientemente a que Jesús viniera para que ella pudiera apelar.

Cuando llega, grita: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí.”  ¿Cuál fue la respuesta de Jesús a esta impresionante petición? Silencio. El evangelio dice: “Jesús no le contestó una sola palabra”.

¿Cuántas veces has apelado al Señor y la respuesta fue silencio?  Imploras al Señor:   quita mi aflicción, cura mi enfermedad, pon a mi hijo en el camino correcto, ayúdame a encontrar un trabajo mejor.  Después de vaciar tu corazón a Jesús, no escuchas nada.

Sería fácil que la mujer cananea se rindiera. Ella pudiera haber dicho: “Me acerqué a Jesús. Lo llamé Señor. Le rogué que me ayudara. Y entonces no oí nada. Ella podría haber regresado fácilmente a su tierra y a sus dioses.

¿Qué haces cuando Dios calla? ¿Levantas tus manos y sigues adelante? ¿Buscas otros dioses? ¿O esperas pacientemente a que el Señor revele Su plan para ti en Su tiempo?

La mujer cananea no se dio por vencida. Ella puso en práctica la primer P – la paciencia. Su hija fue sanada.

Plegaria

La segunda P para ayudarte durante esta pandemia es la plegaria.

Cuando Jesús no respondió, la mujer cananea ofreció una plegaría. Es una de las oraciones más cortas del evangelio, y tal vez una de las mejores. “Señor ayúdame.”

En casi todas las situaciones de la vida, una persona puede ofrecer esta pequeña y sencilla oración tanto en los grandes como en los pequeños acontecimientos de la vida. En vez de entrar en pánico cuando recibes noticias terribles, simplemente ora “Señor, ayúdame”. En vez de tocar el claxon al automóvil que está adelante de ti cuando la luz se vuelve verde, simplemente ora “Señor, ayúdame”.  Cuando alguien pone a prueba tu paciencia, simplemente decir en silencio, “Señor, ayúdame”.

Por la mañana, cuando te levantes, puedes decir: “Señor, ayúdame.” Ayúdame a través del día. Ayúdame a evitar los errores. Ayúdame a ver tu voluntad en mi vida. Por la noche, cuando te vayas a la cama, puedes decir también: “Señor, ayúdame”. Concédeme un tranquilo descanso. Ayúdame a ser una mejor persona cada día.

Hoy, ¿cuántas veces podrás recitar esta sencilla pero poderosa oración: “Señor, ¿ayúdame”?

Persistencia

La tercera P es la persistencia. La mujer cananea exhibía una heroica persistencia. Al principio, ella fue ignorada. Su petición fue recibida con silencio. Luego fue despedida.  Por último, parecía como si Jesús la insultara. Jesús implica que los israelitas son los “hijos” y que los cananeos son los “perros”. Dice:  “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perros”.

A lo largo de todo este doloroso intercambio, la mujer persistió. Ella incluso ofrece una de las más espontáneas réplicas en la Biblia.  “Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”.

Si tu fueras ignorado de la misma forma, despedido, marginado e insultado, ¿cómo responderías? Es probable que lanzaras tus manos al aire y caminaras lejos, furioso por todos los insultos que recibiste.

Si la cananea hubiera hecho esto, su hija hubiera quedado terriblemente atormentada.

En su lugar, ella persistió. Ella continuó regresando al Señor. Cada vez que regresaba, su fe se hacía un poco más fuerte. Como resultado de esta persistencia, su hija fue sanada.

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Al poner en práctica estas tres “P” de nuestra fe, comenzamos a darnos cuenta de que Dios está aquí, ahora más que nunca, actuando poderosamente en nuestras vidas y en nuestro mundo, especialmente durante esta pandemia.

Esta semana, practiquemos las tres P: Paciencia, aceptar el silencio. Oración, pronunciando a lo largo del día “Señor, ayúdame”. Persistencia, regresar al Señor sin importar lo que suceda.

Que Dios haga milagros en nuestro mundo y en tu vida.